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NADIA
Los primeros tres días, las sesiones de trabajo corporal que guié alternaron un trabajo somático y de activación (después de muchos meses de estaticidad para algunes) con ejercicios de composición espacial, de escucha y de ritmo. Estas prácticas-calentamientos buscaban generar un piso común para les participantes de la residencia; establecer algún tipo de frecuencia compartida. En las tardes, después de comer juntes en la fonda familiar que se encuentra cruzando la calle, hubo algunas sesiones de acrobacia con Netty, momentos de compartir referencias literarias y en video, y ratos largos para que cada quien desarrollara preguntas y prácticas relacionadas con sus procesos artísticos. Desde el inicio se planteó alimentar un tendedero-bitácora colectiva sobre el que se irían sumando los pensamientos, las imágenes, sensaciones y ejercicios durante las dos semanas de residencia.
Durante los siguientes tres días, las jornadas empezaron con una secuencia de meditaciones dinámicas guiadas por Tania Solomonoff, basadas en las meditaciones de Osho. Cada día, durante 60 minutos pasamos por intensos momentos de respiraciones hiperventiladas, esfuerzos físicos y vocales, mocos, catarsis, baile y pausa, así los cuerpos terminaron de abrirse y pudimos percibirnos un poco más vulnerables unes con otres. Para terminar de sentirnos en confianza Tania también planteó juegos espaciales que nos hicieron fundar microlugares en el jardín.
Durante toda la residencia, las prácticas colectivas se entremezclaron con asesorías grupales e individuales para cada proyecto; se crearon espacios para que cada quién explorara lo suyo o utilizara la presencia de les demás para probar cosas. Convivimos con la Biblioteca Itinerante de Coreografía (B.I.C.), proyecto móvil de libros relacionados con la creación coreográfica contemporánea a los que todes pudimos acudir en momentos de duda, de digestión o de cansancio. Esto se articuló con la propuesta de improvisaciones con libros que propuso Tonah, editor y fundador del laboratorio editoiral Esto Es un Libro. También visitamos el taller del artista Mauro Giaconi. Al cabo de dos semanas, organizamos una muestra de los procesos, durante la cual se invitaron a algunos ojos externos y cerramos con una espectacular comida preparada con mucha paciencia por Jean Radvanyi y Annie Razinsky.
Fueron semanas conmovedoras y de mucho intercambio que parecieron ser importantes para todos los proyectos. Las jornadas nos obligaron a pensar con el cuerpo, a pasar a la acción concreta, a tomar decisiones y arriesgar apuestas espaciales. Toztli consiguió hacer derivas en las calles de Ecatepec, dejando rastros de pintura por el piso y las paredes. Juampi y Carina aterrizaron un protocolo de trabajo para su proyecto audiovisual y lograron hablar más del lugar del cuerpo en relación con su reflexión sobre el paisaje. Vladimir cosió, construyó, escribió, dibujó y compartió una casa desde la cual contar su historia y la de su maestro Charly. Abril se lanzó a plantear las preguntas que realmente le importan sobre la posibilidad de juntarse en Ciudad Juárez, sobre la frontera, sobre la mirada extranjera que escudriña la ciudad… y fue pasando de un plano más discursivo a exposición de esos problemas en el espacio. June se confrontó a un mundo demasiado amplio de improvisaciones, se dejó mover por las prácticas colectivas y así agarró camino para entender qué está buscando desde el cuerpo, desde la voz y con les espectadores.